LAMENTOS DE LA OSCURIDAD

LAMENTOS DE LA OSCURIDAD

En lo profundo de las montañas, donde la luz del sol apenas alcanzaba a penetrar, se encontraba la antigua mina de cobre, plomo, Zinc de Yauricocha. Durante décadas, este oscuro laberinto de túneles había sido el lugar de trabajo de numerosos mineros que arriesgaban sus vidas para extraer el preciado mineral. Sin embargo, un fatídico día, un desprendimiento masivo de rocas sepultó a un grupo de mineros vivos, sellando su destino en las entrañas de la tierra.

Con el paso de los años, la mina fue abandonada y su entrada cubierta por maleza y olvido. Sin embargo, los lugareños del pueblo cercano hablaban en susurros sobre los lamentos que se escuchaban desde las profundidades de la tierra, asegurando que eran los lamentos de aquellos mineros atrapados, que aún clamaban por ayuda desde el más allá.

Un grupo de jóvenes audaces, desafiando las advertencias de los ancianos del pueblo, decidió adentrarse en la mina para investigar los rumores y, tal vez, encontrar algún tesoro olvidado. Armados con linternas y herramientas rudimentarias, descendieron por los estrechos túneles, cada paso que daban resonando en las paredes de roca.

A medida que avanzaban, el aire se volvía más pesado y la oscuridad más opresiva. Los jóvenes empezaron a sentir una presencia inquietante a su alrededor, como si estuvieran siendo observados por ojos invisibles. Pero su curiosidad y ansias de aventura los impulsaban a continuar, ignorando las advertencias del peligro que les rodeaba.

Finalmente, llegaron a una amplia cámara subterránea, donde encontraron los restos oxidados de las antiguas herramientas de los mineros. Fue entonces cuando un escalofrío recorrió sus espaldas al percatarse de que estaban rodeados por un silencio sepulcral, interrumpido solo por el eco lejano de sus propios pasos.

De repente, una brisa gélida empezó a soplar desde el fondo de la mina, llevando consigo susurros incomprensibles y lamentos lastimeros que parecían emanar de las paredes mismas. Los jóvenes se miraron entre sí con nerviosismo, sintiendo el miedo apoderarse de sus corazones.

Entonces, uno de ellos, envalentonado por la bravuconería juvenil, decidió aventurarse más allá, desafiando lo desconocido. Pero cuando dio un paso adelante, el suelo cedió bajo sus pies y cayó en un abismo oscuro, desapareciendo entre las sombras.

El pánico se apoderó del grupo, y mientras trataban de rescatar a su amigo caído, escucharon los lamentos de los mineros atrapados resonando con más fuerza que nunca a su alrededor. Desesperados, intentaron encontrar una salida, pero descubrieron que las rocas se habían desplomado bloqueando la entrada, dejándolos atrapados en la oscuridad.

Los días se convirtieron en noches interminables, y los jóvenes comenzaron a experimentar visiones horribles y susurros que los atormentaban sin descanso. Cada vez que intentaban encontrar una salida, eran recibidos por fuerzas invisibles que los empujaban de vuelta, atrapándolos en un ciclo interminable de terror y desesperación.

Los lamentos de los mineros atrapados se convirtieron en un eco constante en sus mentes, recordándoles el terrible destino que les aguardaba por atreverse a desafiar lo prohibido. Y aunque eventualmente fueron rescatados por un equipo de búsqueda, nunca volvieron a ser los mismos, marcados por la experiencia traumática que vivieron en las profundidades de la mina de Yauricocha.

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